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e) Las tres vías para conocer a Dios según Benedicto XVI

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En la audiencia general del miércoles 14 de noviembre de 2012, el papa Benedicto XVI propuso de modo magistral tres vías para llegar al conocimiento de Dios, que son: el mundo, el hombre y la fe. Veamos la argumentación del obispo emérito de Roma:

La primera vía de Benedicto XVI es el mundo. Afirma el papa Ratzinger:

“San Agustín, que en su vida ha buscado durante mucho tiempo la Verdad y fue aferrado por la Verdad, tiene una página bella y famosa, en la que dice: ‘Interroga a la belleza de la tierra, del mar, del aire enrarecido que se expande por todas partes; interroga la belleza del cielo… interroga a todas estas realidades. Todas te responderán: mira y observa qué hermosas somos. Su belleza es como un himno de alabanza. Ahora bien, estas criaturas tan hermosas, pero a la vez tan cambiantes, ¿quién las hizo, si no uno que es la belleza que no cambia?’ (Sermón 241, 2: PL 38, 1134)”.

A partir de la cita agustiniana, Benedicto hace el siguiente análisis:

“Creo que tenemos que recuperar y devolver al hombre de hoy la posibilidad de contemplar la creación, su belleza, su estructura. El mundo no es un magma informe, pero cuanto más lo conocemos, más descubrimos los mecanismos maravillosos, mejor vemos su diseño, vemos que hay una inteligencia creadora. Albert Einstein dijo que en las leyes de la naturaleza ‘se revela una razón tan superior que todo el pensamiento racional y las leyes humanas son comparativamente una reflexión muy insignificante’ (El mundo como yo lo veo, Roma 2005). Una primer camino, pues, que conduce al descubrimiento de Dios es contemplar con ojos atentos la creación”.

Podemos decir que en esta vía está presente de alguna manera la vía del orden en el mundo, que hemos planteado en los argumentos cosmológicos para llegar a Dios, y que consiste básicamente en llegar a Dios a través del mundo creado, que brilla por su orden y estructura.

La segunda vía es el hombre, y para argumentar esta vía, Benedicto XVI parte de nuevo de una reflexión del obispo de Hipona:

“Siempre San Agustín, tiene una famosa frase que dice que Dios está más cerca de mí que yo a mí mismo (cf. Confesiones, III, 6, 11). A partir de aquí se formula la invitación: ‘No vayas fuera de ti mismo, vuelve a entrar en ti mismo: en el hombre interior habita la verdad’ (Soliloquios, 39, 72)”.

Esta frase de los soliloquios le da impulso al papa teólogo para afirmar:

“Este es otro aspecto que corremos el riesgo de perder en el mundo ruidoso y dispersivo en el que vivimos: la capacidad de pararnos y de mirar en lo profundo de nosotros mismos y leer esa sed de infinito que llevamos dentro, que nos impulsa a ir más allá y nos lleva hacia Alguien que la pueda colmar. El Catecismo de la Iglesia Católica afirma: ‘Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de la conciencia, con su aspiración al infinito y a la felicidad, el hombre se pregunta sobre la existencia de Dios’ (n. 33)”.

La argumentación, teñida de profundidad, es al mismo tiempo bastante sencilla: dentro de nosotros encontramos una belleza tan singular que no nos pudimos haber dado nosotros mismo, y que tiene su origen en Dios, que nos creó a su imagen y semejanza. Mirando nuestro interior podemos descubrir al Dios que nos creó. Esta vía es semejante a la cuarta vía cosmológica de los grados de perfección, y a la vía antropológica del deseo de Dios en el hombre.

Viene entonces la tercera vía benedictina, que es una tercera palabra: la fe. Dice Benedicto XVI:

“Sobre todo en la realidad de nuestro tiempo, no debemos olvidar que un camino que conduce hacia el conocimiento y al encuentro con Dios es la vida de fe. El que cree está unido a Dios, está abierto a su gracia, a la fuerza de la caridad. Así su existencia se convierte en testimonio no de sí mismo, sino del Resucitado, y su fe no tiene miedo de mostrarse en la vida cotidiana: está abierta al diálogo, que expresa profunda amistad para el viaje de cada hombre, y sabe cómo abrir las luces de esperanza a la necesidad de redención, de felicidad, de futuro. La fe, de hecho, es encuentro con Dios que habla y actúa en la historia y que convierte nuestra vida cotidiana, transformando en nosotros mentalidad, juicios de valor, decisiones y acciones. No es ilusión, fuga de la realidad, cómodo refugio, sentimentalismo, sino que es participación de toda la vida y es anuncio del Evangelio, la Buena Nueva capaz de liberar a todo el hombre. Un cristiano, una comunidad que sean laboriosos y fieles al designio de Dios que nos ha amado desde el principio, son una vía privilegiada para los que viven en la indiferencia o en la duda acerca de su existencia y de su acción”.

Si el hombre es capaz de la fe, si son millones las personas que tienen fe en Dios, quiere decir que esa fe nos puede llevar al creador. Y si lo podemos abrazar con la fe, es que Dios existe.

En la línea de las palabras de Benedicto XVI, podemos citar un número del Catecismo de la Iglesia Católica:

“Las facultades del hombre lo hacen capaz de conocer la existencia de un Dios personal. Pero para que el hombre pueda entrar en la intimidad de Él ha querido revelarse al hombre y darle la gracia de poder acoger en la fe esa revelación. Sin embargo, las pruebas de la existencia de Dios pueden disponer a la fe y ayudar a ver que la fe no se opone a la razón humana” (n. 35).

Written by rsanzcarrera

agosto 8, 2013 a 3:23 pm

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